domingo, septiembre 25, 2005

El ser inhumano

En esto de la vida me he puesto a razonar un poco, ya que la meta de las personas no está bien definida y, en muchos casos, no hay un fin último. Presentándoseme interrogantes que he tratado de satisfacer por todos lados y desde muchos ángulos. Obviamente, no he logrado acertar a nada en concreto por el simple hecho que ni yo sé para donde debo dirigir mi existencia.

Manteniendo una variable insoslayable, la cual siempre he tenido como premisa para mis actos y mis reflexiones: Frágiles entre lo frágil, mortales entre lo perecedero. Se me ha presentado una cosmovisión de un posible ordenamiento, de las cuestiones mundanas del mundo.

No me expresaré con detalles ni elementos que refuten mis reflexiones. Estoy más que resignado a que mis letras, aparte de no ser leídas, también serán objeto de las más bestiales y portentosas dudas de los que en algún momento sintieran su egolatría cognoscitiva (conocimiento), trastocada y/o tangencialmente desplazada.[1]

Hemos sido moldeados sobre la base de un cronograma muy detallado. Éste itinerario, sobrepasa todos los parámetros de la temporalidad mortal de generaciones completas y por ello es tan desconocido para muchos, como lo es el inicio de los hombres con almas.

En el orden de los eventos humanos, representamos el más mínimo de los pasajes que se han suscitado en el planeta. Por ende, somos la más mínima de las expresiones que éste universo ha contenido hasta estos momento. No obstante, ahí está lo que realmente representamos como expresión de vida en este orden: El desorden.

Las capacidades del hombre, a través de este tiempo infinitamente limitado, han dado como resultado que el individuo con alma, conocimiento e inteligencia desborda el orden natural, sobrepasa sus limitaciones y está en la búsqueda de encontrar lo negado.

Somos, en esencia, una de las mezclas más complejas que se ha podido obtener en todo el vasto universo. Como un verdadero caldo de cultivo, en nosotros mismos, estamos para todos los que quieren obtener resultados concretos, de todo cuanto ocurre en el cosmos. Auto otorgándonos los elementos para el desarrollo y la evolución, la cual no llegará, por el hecho de ser inhumanos.

Uno de los elementos básicos con él que sentenciaron nuestra surte evolutiva, en tercera dimensión, es el abrupto deterioro y el inminente deceso. Además de la anterior y más básica de la cualidades con la que tendríamos que luchar todos los días hasta erradicarla completamente de todos los seres: El temor a la muerte. Con ello, se han asegurado que nuestros esfuerzos sean vanos, si se circunscribe la individualidad y no está la voluntad de perpetuar el trabajo de otro.

El ego y la vanidad juegan un papel preponderante para que el ser cognoscitivo pierda por completo su enfoque de mantención y perpetuidad. El desprendimiento que se fuerza a sangre y fuego, en pos de eliminar toda la contemplación evolutiva por la satisfacción de la presencia, crean cada vez más inhumanos.

Quien nos dio todo, hasta su vida, espera que en algún momento recapacitemos y logremos ver más allá de la evidencia. Logrando lo que ya otros, de su orden, habían conseguido y que otros deberán también anhelar . Sin embargo, nuestra ocurrencia es una concatenación de hechos en donde perdemos, a muy temprana edad, la sensibilidad hacia la supremacía del ser humano en la tierra, y él se tiene que conformar con nuestro insignificante avance.

Los hijos del Dios creador, padre de Miguel de Nebadon, conocido en el planeta como Jesús Cristo, debemos fabricar almas de mejor calidad. Dando origen a seres capaces de recibir la formación y el mandato divino para ordenar un universo en constante evolución y crecimiento.

Debemos ser conscientes de las capacidades humanas para captar la señal que indica hacia donde no debemos ir y cual camino seguir. Ya que si nos jactamos de ser los seguidores del hijo del padre, debemos actuar igual que él, rechazando a la serpiente y confiando en el creador.

HSQO

1 comentario:

Anónimo dijo...

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